Qué es la cistitis
La cistitis es una infección de la vejiga o de las vías urinarias inferiores. Este tipo de infección es un trastorno muy frecuente en nuestra sociedad.
Se trata de la segunda causa de consulta médica tras las de las vías respiratorias y afecta sobre todo a las mujeres.
La mayoría de las veces esta inflamación está causada por una infección bacteriana que se inicia en el tracto urinario, desde donde se extiende a la vejiga, irritando su mucosa.
A pesar de ser un trastorno muy estudiado, es habitual que los tratamientos que se aplican no ayuden a las personas que sufren cistitis de forma reiterada, ya que solo se ataca los síntomas y no al problema de base: un desequilibrio de la microbiota.
Causas y síntomas de la cistitis
La cistitis es causada por bacterias. Estos microorganismos ingresan en la uretra y luego a la vejiga y pueden causar una infección.
Las mujeres tienden a contraer estas infecciones con más frecuencia que los hombres debido a que su uretra es más corta y está más cerca del ano. Lo cual facilita que algunas bacterias intestinales alcancen el tracto urinario.
Lo normal es que casi todas las mujeres experimenten algún episodio de cistitis a lo largo de su vida. Si se repiten de forma recurrente se habla de cistitis recurrentes o recidivantes.
Síntomas de la cistitis:
- Necesidad recurrente y urgente de orinar, a pesar de no llegar a miccionar (expulsar la orina por la uretra)
- Sensación de ardor o de dolor al orinar
- Miccionar en pequeñas cantidades
- Tener molestias pélvicas o sensación de presión en la parte inferior del abdomen
- Dolor al mantener relaciones sexuales o tras mantenerlas
- Enrojecimiento de la vulva y picor vaginal (en mujeres)
- Fiebre baja
- En casos de infección más acuciante, presentar sangre en la orina (que recibe el nombre de hematuria)
Tratamiento de la cistitis. La importancia de la prevención
Para tratar la cistitis existen diversas opciones farmacológicas, principalmente con antibióticos, que ayudan a revertir el episodio en el momento que se produce, pero este tipo de tratamientos suele fracasar cuando se trata de atajar infecciones de repetición.
Tratar la microbiota y recuperar el estado de equilibrio será fundamental para ir al origen y evitar que se conviertan en infecciones recurrentes. Lo más eficaz es el uso de probióticos.
Cómo prevenir la cistitis
No podemos olvidar la importancia de la prevención. El tratamiento de la cistitis es importante para atajar la infección, pero hay una serie de hábitos saludables que permiten mantener el equilibrio de nuestro organismo y reducir el riesgo de contraer cistitis:
- Beber mucha agua para ayudar a la limpieza de la orina
- No demores ir al baño cuando tengas ganas de hacer pis
- Evita el uso de cosméticos químicos agresivos, como geles o sales de baño, que puedan afectar a tu dermobiota en la zona vaginal
- La gestión emocional también afecta a nuestra microbiota, desestabilizándola. Trata de gestionar correctamente el estrés
- Lleva una alimentación prebiótica y antiinflamatoria, que te aporte los micronutrientes necesarios para mantener en buen estado tu microbiota
Es habitual que se padezcan más en verano, por eso es importante intensificar la prevención en esta época del año.
Cistitis recurrente, ¿Qué puedo hacer?
Ante una cistitis recurrente, es común que se diagnostique el uso de antibióticos de forma continuada durante varios meses, o después de las relaciones coitales si la infección se produce tras los encuentros sexuales (cistitis postcoital).
Es muy normal no querer usar antibióticos de manera tan continuada por sus posibles efectos adversos.
Por eso, existe la posibilidad de utilizar productos naturales como extracto de arándano rojo y los probióticos.
El extracto de arándano rojo disminuye la capacidad patógena del microorganismo E.coli, al no permitir que se adhiera a las paredes de las vías urinarias para provocar la infección.
Los productos probióticos que contienen cepas lactobacilos han demostrado su efectividad para reducir el número de infecciones recurrentes del tracto urinario en mujeres afectadas.
La manera adecuada de utilizarlos es asociarlos al tratamiento inicial con antibiótico y después seguir tomándolos de forma continuada, ya sin el antibiótico, durante un período de tiempo.